El cambio climático es un problema que afecta al total de la humanidad y que hará que la tierra sea un lugar menos habitable si no hacemos una transición energética. En el corto plazo, a algunos en mayor medida que a otros, pero en el largo, a todos en una dimensión semejante. Si observamos las diferentes causas del cambio climático, podemos inferir que la principal es el efecto invernadero, es decir, la presencia de gases en la atmósfera que mantienen una fracción de la radiación térmica produciendo así el calentamiento global.
Es importante destacar que la existencia de los gases no es generada, de manera exclusiva, por la actividad humana sino que son inherentes a la propia naturaleza. Sin embargo, ciertas acciones que llevamos a cabo provocaron que se incremente la concentración de los mismos en la atmósfera. Entre ellos, el Dióxico de Carbono (CO2).
Existe un sinfín de acciones que podemos realizar con el objetivo de mitigar los efectos generados por la actividad humana. Una de las más importantes es la transición energética, es decir, la modificación de los sistemas de producción, distribución y consumo de energía con el objetivo de disminuir las emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero.
La energía cumple funciones sociales y económicas. La función social es la de asegurar el suministro evitando su carencia ya que la misma afectaría, principalmente, a los deciles de la población con menores ingresos y la función económica consiste en ser un soporte y parte fundamental en la producción de bienes y servicios.
La transición energética implica poner el foco en el consumo responsable y sostenible de la energía tanto a nivel microeconómico como a nivel macroeconómico. A nivel microeconómico, se podría mencionar la concientización del cuidado de la energía por parte de los usuarios individuales y la adopción de un consumo sostenible. A nivel macroeconómico, la referencia sería trasladar el modelo de producción a otros en los que las fuentes de energía sean renovables y/o se utilicen materias primas recicladas. Ambos niveles, en conjunto, permitirían la transformación del modelo de economía lineal al modelo de economía circular, facilitando la reducción de los gases que contribuyen con el calentamiento global.
El reto que se presenta es el que conlleva todo cambio. La barrera de las costumbres preexistentes, los costes de adaptación a nuevas tecnologías y la rigidez de ciertos procesos cuya aversión a la variación es significativa. Nuestra tarea consiste en ser cada vez más conscientes de todos los beneficios que acarrea la transición energética tanto para nuestro presente como para nuestro futuro.
Escrito por AMV Soluciones creadores de ALEA
