El Planeta Tierra se encuentra cubierto en un 70% por agua. Si analizamos la misma, el 97% es salada y el 3% es dulce. El problema es que de ese 3%, cerca del 2% se encuentra congelada en el Ártico y el resto, cerca de un 1%, es a la que tenemos acceso con menor dificultad. Por ende, el agua utilizada por la actividad humana, se encuentra dentro de este último grupo que representa una parte ínfima del total de la misma. Cabe destacar que el 97% del agua salada podría transformarse a través de procesos de desalinización, pero es un proceso muy costoso debido a que requiere mucha energía y, dado el valor actual del agua, no muchas empresas optan por incurrir en el mismo.
El agua circula en nuestro planeta de manera constante, pero ciertos factores han alterado dicho ciclo, lo que genera que se pierda el equilibrio entre evaporación y precipitaciones. Los factores que afectan negativamente la circulación son de diversa índole, por ejemplo, la contaminación, la destrucción de fuentes naturales por sobre explotación, el aumento de la demanda, los patrones de consumo, la extracción insostenible y la urbanización masiva, entre otros. Como se puede notar, muchos de ellos, se encuentran en nuestras manos.
Si observamos el 100% del consumo anual del agua, podemos distinguir tres grandes grupos. El 10% se consume a través del uso doméstico, el 20% mediante la actividad industrial y el 70% restante vía actividad agrícola/ganadera. El aumento del consumo se ha transformado en un problema al que la humanidad se enfrenta y se continuará enfrentando hasta que logremos encontrar soluciones. La ONU estima que, dado el consumo actual de agua, en el año 2050 habría cerca de 4000 millones de personas con acceso limitado que se verían afectadas. Si tenemos en cuenta que la misma ONU estima que en el año 2050 la población será de 9700 millones de personas, el 40% de la población se verá alcanzada por dicho problema.
La industria metálica requiere agua en todas sus etapas. Tanto la extracción como la fundición de los mismos necesitan de la misma. Los procesos de fundición de metales consumen agua por diversos motivos. El problema es que la misma puede verse alterada. Por ejemplo, si el proceso contamina el aire o si el agua se utiliza para enfriar máquinas. Luego, la misma se descarga por los desagües autorizados para, en algunos casos, ser recuperada. El aspecto negativo es que no siempre se lleva a cabo su tratamiento.
Sin dudas que hay que destinar todas nuestras herramientas a la optimización de recursos. Por un lado, por el factor económico/empresarial y por el otro, en razón del cuidado de recursos naturales, especialmente, los de vital importancia. El agua es un elemento determinante para la existencia de nuestra especie y la tecnología nos puede ayudar a preservarla. A mayor precisión en los procesos de fundición, podrán ser realizados en menor tiempo y destinando menos recursos, lo que significará una disminución en el uso del agua. Por ello, la inversión en tecnología, además de generar beneficios económicos, genera externalidades positivas en el conjunto de la sociedad. Nuestra tarea es no dejar pasar la oportunidad.
Escrito por AMV Soluciones, creadores de ALEA
